Cuando creas tus contenidos, ya sea en un blog o cualquier otro sitio, lo haces para que la gente lo lea, ¿verdad?
Aqui te traemos algunas sugerencias, trucos y consejos más relevantes a tener en cuenta.
1. Gancho de tus contenidos
Si te descuidas por un momento y caes en divagar o redactar de una forma pesada o complicada de entender, es muy probable que tu lector se vaya a otra parte, yéndose además con una sabor de boca de desinterés de tu blog.
Si esa es la sensación con la que se ha ido es probable que no vuelva nunca más, así que mentalízate de que cada párrafo cuenta para retener a tus lectores. Por otra parte, por mucho que sepas de todo tipo de temas y por muy interesantes que sean, solamente vienen a cuento si son de interés para tu lector, si encajan dentro de la temática que marca el titular de tu contenido y tu medio (blog, cuenta Twitter, etc.) en general.
2. Titulo atractivo
De nada sirve que escribas un artículo maravilloso si no cuidas el título.
Es célebre la anécdota de cuando Joe Sugarman preguntaba a sus estudiantes
“¿Cuál es el propósito de un titular?”
Y cómo cada vez que estos empezaban con complicadas explicaciones, llenas de tecnicismos, los cortaba respondiendo simplemente:
“El propósito de un titular es conseguir que se lea la primera frase”
Luego continuaba:
“Y el propósito de la primera frase es que se lea la segunda frase”
Con esto, efectivamente, queda todo dicho.
Sin embargo, y a pesar de ello, la enorme mayoría de personas dedica un esfuerzo muy bajo a esa parte en relación al peso que debería tener.
Evita este error tan frecuente.
Para conseguir un buen titular, procura que cumpla estas cuatro propiedades:
- Que sea lo más breve posible.
- Centrarse de manera muy clara el beneficio que el lector va a obtener de la lectura del contenido.
- Hacer una promesa al lector que el contenido verdaderamente vaya a cumplir.
- Que el contenido sea lo más sólido, lo más razonado posible con evidencias que fundamenten lo que estás contando (a veces no es necesario si lo que se dice el lógico y prácticamente de sentido común como lo pueden ser, por ejemplo, estos mismos cuatro principios) y que por tanto no defraude las expectativas creadas en el titulo.
3. Redacta frases breves y claras
Esto es un consejo general que podrás encontrar en cualquier manual de redacción y estilo, aunque obviamente tampoco hay que caer en el abuso de las frases cortas, una sucesión monótona de frases cortas queda horriblemente mal.
De hecho, no es nada fácil mantener un estilo que use permanentemente frases breves y concisas, requiere una práctica considerable si no estás acostumbrado o no es tu forma natural de hablar y redactar.
Puedes encontrar una cantidad infinita de material gratuito muy útil en Internet buscando en Google con los términos de “redacción y estilo” o similares que te ayuden.
4. Usa un estilo cercano
Se refiere a emplear técnicas que te ayuden a “conectar” a un nivel más “íntimo” con tu lector como el uso de “tú” o “usted” en la redacción.
Otra técnica habitual consiste en introducir un contenido con una buena historia personal, la cual crea una situación con la que el lector se pueda identificar y a partir de la cual puedes desarrollar el contenido.
Fíjate además en que usa varios “trucos” psicológicos:
- Crea un ambiente en el cual le cuentas al lector la historia como si fuera un amigo tuyo, eso fomenta su atención (por establecer una relación más directa).
- El hecho de ser una historia ayuda a que el lector tienda a identificarse mejor con la situación descrita si se reconoce en ella (fomenta su interés).
- El hecho de contarle una experiencia personal transmite una sensación de evidencia. Estás atestiguando la eficacia de la solución de modo que tu relato se tiende a percibir como una “prueba de los hechos” aunque objetivamente no lo es, podrías haberla inventado perfectamente.
5. Identifica a tu lector lo mejor posible
En línea con el punto anterior, cuando mejor identifiques a lector/cliente al que te diriges más posibilidades tienes de captar su atención y además descartas el público que no te interesa, alguien a quien no le interese nuestro contenido no nos aporta nada por tanto, mejor no contar con él.
En este artículo David pone el ejemplo de una persona, pongamos que él mismo, que va andando por la calle. Si alguien dice la palabra “persona” difícilmente se girará, si dice “joven” puede que se gire (ya que se puede sentir identificado), pero todavía no está claro, \”joven\” es una palabra demasiado vaga). Sin embargo, le dicen “David”, prácticamente seguro que se girará, incluso cuando en realidad podría ser otro “David”.
Esa es la idea.
6. Mantén una buena colección, personalizada, de términos de copywriting
Resulta mucho más fácil aplicar técnicas de copywriting si no tienes que inventar todo desde cero. En ese sentido resulta muy útil disponer de una lista de palabras que sabes que evocan determinadas emociones o deseos.
Palabras como “rápido”, “fácil”, “exclusivo”, etc. resultan atractivas de por sí porque responden a deseos universales, aplicables a casi cualquier situación.
Por otra parte, hay que tener cuidado con otras palabras como “gratis”, “el mejor…”, a las cuales, según el contexto, les separa una fina línea roja de ser eficaces y resultar contraproducentes por tener un tufillo a venta de motos
7. Pídeles cosas al lector
La finalidad última del copywriting no es la lectura del contenido en sí, sino la venta del producto o servicio que ofreces. En realidad, no hay mucha diferencia entre aplicar las ideas del copywriting a conseguir más ventas de un producto o simplemente un mayor impacto de tus tweets y publicaciones en Facebook.
En Twitter, por ejemplo, tu “venta” podría ser aumentar tus seguidores o que los seguidores hagan clic en un enlace que te interesa que visiten.
Por ejemplo, si publicas un vídeo en YouTube, puedes pedir con un pequeño mensaje en el propio vídeo al espectador que si le ha gustado el vídeo que se suscriba y/o que te de un voto de “me gusta”. A nadie le debería parecer mal y mucha gente estará dispuesta hacerlo, si no lo han hecho, en la mayoría de las veces habrá sido simplemente porque no se les ha ocurrido en ese momento.
Por tanto, pedirles estas cosas es aprovechar oportunidades que de no hacerlo se perderían.
Esta técnica de pedir acciones al lector está muy consolidada y se conoce como “call to action” y, sin embargo, generalmente, salvo los profesionales, muy poca gente la usa.
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